Hola, soy Sofía de Mamarracheo 💅🏻 ¡gracias por leerme!
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Arde la calle al sol de poniente hay chicas que huyen de él y que no lo toman ni cerca de un río.
Soy una de ellas pero estoy segura que somos más.
Paseo por un Madrid calurosísimo y observo, a lo lejos, personas con paragüas-sombrilla. Serán guiris, me digo. Pero algunos no, porque aparecen en barrios guiris-free. Aparecen en mi calle.
Saco de mi bolso un roll on de protección solar y me lo unto en los hombritos. Es el momento de narraros una historia de insolación, veranos de Baticao y evolución hacia un lugar nuevo. Ese lugar nuevo está cerca de un aire acondicionado.
☀️ Lo que era el verano ideal
El problema empezó con los anuncios de Antena 3.
Esos que van entre la serie o la peli y el anuncio de verdad. ¿Son entradillas? No importa. Eran increíbles.
Mostraban a gente jugando con pelotas de playa, piscinas translúcidas, playas de arena blanca fina. Tenía sentido que se generase paralelamente una lista de canciones que fueran con el mood: Vamos a playa, Eva María se fue.
El momento más genial fue cuando tuvimos todavía más canciones del verano por unos anuncios de la ONCE:
Los early 2000 y un bote de protección 50 para niños. Era naranja, como una premonición: así será tu piel si no te lo pones.
Y así terminaba. Con la piel no tostada, sino chamuscada. 🤡 Me recordaba a los días que en parvulitos nos peleábamos por el color carne y terminaba pintando la piel de mis creaciones de color naranja.
Lo de después, siempre lo mismo.
Me tumbaba en el sofá, sobre una sábana fresquita y vieja que, seguramente, terminaría llena de pegotes de crema hidratante. De la más fuerte, si eso también algo de aloe vera. Me la podían poner con un una brocha gorda. Notaba la piel con sed. Y así se quedaba de un tono turrado-raro que duraba a lo mejor dos o tres semanas.
🧴Resignarse a golpe de SPF 50
Pero aprendí.
Y decidí no quemarme más. Ni pasar de nuevo por ese por esos días de ponerme ropa de manga larga para tapar los años. Qué dolor. Y qué pintas.
Una vez en la playa, mientras las amigas extendían sus toallas, yo me quedé debajo de una semitienda de campaña. Mi piel se quema. Eres un bebé, me dijo una amiga. Lo que no soy es gilipollas, dije para mis adentros. Nota: intentar no decir las cosas para los adentros. Después todo termina saliendo, a veces con cervezas de más y es peor.
La presión social es como el canal de La Tienda en Casa en bucle. Terminas pensando que necesitas esa mesita portátil. O el aparato que anda por ti. O ese que te mueve las mollas. La presión social te lleva a lugares comunes que, probablemente, tengan poco que ver contigo. Batallarla significa atravesarla y ser esa persona que no sigue el rollo. Parece fácil. Para nada lo es.
¿Qué ocurría cuando por fin lo conseguía?
Decidí la persona que iba tarde a la playa.
La que decía que no podía ir a la piscina de tal porque estaba con la regla (estaba con mi abuela viendo Gata Salvaje).
La que, cuando aprendió a comprar billetes baratos online, buscaba la forma de pasar el verano en UK, aunque fuera trabajando con niños maleducados y comiendo sándwiches del Pret à manger todos los días.
Tuve que vivir los veranos de forma distinta a la que los vivía en mi cabeza. Y en la de los demás. Instagram me lo recordaba a golpe de foto de gente random debajo de palmeras ilocalizables.
It’s okaaaaaay, me decía a mi misma en 2019, cuando recorría con Pedrinho el camino a las cataratas del Niágara. Esto no está tan mal. Aunque no tenga barco.
🪭 Un verano bajo la sombrilla el ventilador de techo
Es un mantra que me digo ya desde hace años: no quiero broncearme.
Se lo escuché el otro día a la influencer de maquillaje Marta Pons y me sentí menos sola.
Miro en el mueble del baño los protectores solares que tengo: dos de cara, dos de cuerpo, el mítico roll on que llevo en el bolso.
Así que me he visto obligada a crear otro tipo de verano.
Veo pelis.
Cuido de mi familia. La de Los Sims. Ya van cinco generaciones.
También aprovecho para crear y hacer los tres mil cursos a los que me he apuntado. Arriba, el ventilador que mis padres compraron hace mil años y que antes teníamos en el dormitorio.
Si mi verano fuese un anuncio sería:
Clip de persona mirando Substack
Clip de persona hablando por teléfono con su novio
Clip de persona comprando Maxibón
Clip de persona en una barca en Asturias con su madre
Clip de persona mandando audio de cinco minutos
Clip de persona mirando vuelos a Sudáfrica
Clip de persona cantando por María del Monte
Clip de persona haciendo encurtidos
No me parece un mal anuncio.
Debería grabarlo.
Si eres del team no broncearse cuéntame y hacemos piña (L).O nos pasamos trucos de Los Sims 4.
Y si eres del team turrarse, cuéntame también qué se siente. 🥲
Recuerdo la primera vez que me tocó trabajar en verano y que estaba siempre tenso pensando en que tenía que ponerme las pilas para coger el moreno... Qué tortura seguir modas, soy más feliz con mi moreno albañil. ¡Abrazo, amiga!
Yo también huyo del sol aunque no sea por piel delicada. Simplemente no me gusta ni broncearme y menos aún torrarme. Recuerdo un día en la playa con el mismo tenderete de toallas que cuentas tú, solo que yo iba con mi familia y ni siquiera me quité las botas militares (gótica forever pese a todo).